Ojalá hoy podamos tejer la vida valorando las COSAS SIMPLES!
La risa compartida.
Un café después del frío.
Un abrazo cuando duele el corazón.
Caminar sobre las hojas secas del otoño.
Una sonrisa en la desorientación.
Sentir el calor del sol después de muchos días de lluvia.
Contemplar el horizonte sin apuro.
Un trozo de pan caliente.
Un almuerzo familiar.
Una mirada amorosa.
Un paseo.
El olor del pasto recién cortado.
Una reunión con amigas queridas.
Jugar con un niño.
Una caricia.
Y así podríamos seguir enumerando pequeños detalles que son hilos de felicidad en la trama cotidiana, que no son indispensables tal vez, pero sí son valiosos.
A lo mejor sólo se trata de detenernos y contemplar…
Lo que vivimos. Lo que tenemos. Lo que podemos. Lo que sabemos. Lo que nos rodea.
La vida no es sumar, juntar, acumular cosas innecesarias, suntuosas, aparatosas.
La vida es valorar lo simple, lo que es capaz de conmovernos el alma, lo que alimenta la fantasía, lo que nos maravilla desde su sencillez, lo que nos transforma sólo con descubrir su simplicidad.
A veces para ver lo simple hay que trabajar. Despojarnos de todo lo material que acumulamos y no utilizamos. Soltar lo que nos ocupa lugar en el corazón, duele y no podemos transformar.
Quitar lo que oscurece la alegría. Atravesar el dolor y poder descubrir que a pesar de todo aún brilla el sol. Rodearnos de buena energía. Valorar lo importante y no lo superfluo.
¡¡Hoy es un buen día para dejarnos sorprender por la vida y maravillarnos con las cosas simples!
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