Estoy lleno de defectos.
Quienes me conocen y me aman
los aguantan y toleran.
Yo mismo me canso
de luchar en contra de ellos.
A veces ni yo mismo los soporto.
Me hago firmes propósitos
para superarlos.
No lo logro.
Me hago planes.
Me pongo fechas.
Tomo decisiones.
Pido ayuda.
Prometo cambios.
Y parece que todos esto es ilusión
porque sigo exactamente igual.
De repente me digo:
"Acostúmbrate a vivir con ellos"
"No luches ni te fatigues más"
"Eres así, acéptate"
y viene la tentación
de darme por vencido.
Tengo defectos y los sufro.
Como he decidido ser feliz,
he decidido también
tomar mis defectos y mis limitaciones
con mas calma y humildad.
Haré de mis defectos
una urgente tarea por delante.
Es la misión que se me confía.
Es mi mas importante desafío.
Es el encargo que de Dios he recibido.
Es magnífico, de alguna manera,
Sentirme arquitecto de mi propia construcción,
ser alfarero de mi propia greda,
ser médico de mi propia enfermedad.
Mis amigos porque me aman,
no me abruman echándomelos en cara.
No condicionan su amistad a que yo cambie
ni se acercan a mí solo por mis virtudes.
¡Sí! Mis amigos son mi mejor ayuda.
¿Tengo defectos? Sin dudas. Y muchos.
A través de ellos
aprendo de mí mismo,
crezco con humildad
y lucho por superarme.
Si logro derrotarlos,
no me dejaré llevar por el orgullo.
Si ellos me derrotan,
no me dejaré abrumar por el fracaso.
Tendré cuidado de buscar la perfección
sabiendo desde ya que soy muy imperfecto.
No negaré nunca mis limitaciones
atribuyéndoselas a los demás.
Tengo defectos. Lo acepto.
Aunque no me gusta
que me los saquen a relucir a cada rato.
Tengo muchos defectos.
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