Creo que el obstáculo más insalvable era que no nos sentíamos capaces de comunicarnos. Élla me exasperaba; yo la exasperaba. Posiblemente me quisiera, vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que tenía una habilidad especial para herirme”. La Tregua, Mario Benedetti.
Me gustaría estar escribiendo la forma cruel y salvaje en la que me rompieron en mil pedazos el corazón. Desearía poder decir, fue tu culpa, e imaginar como poco a poco se van quemando los rescoldos de tu histórica y sonora traición, sintiéndome cómodo en ese espacio que otorga la compasión ajena cuando narras toda una historia con la infidelidad como única protagonista. Incluso, esa parte egoísta de mí mismo, perfila el escenario más fácil de todos, ese en el que me proclamo líder victorioso, cortando de raíz con una historia que hacía aguas desde mucho antes de ser verdaderamente conscientes.
Doloroso, en la mayoría de los casos, liberador una vez asimilado el golpe.
Esas, a pesar de lo que la gente diga, son las rupturas fáciles, esas que dejan un sabor amargo en la boca y lleno de hiel el corazón, pero que abrasan el pensamiento sólo de imaginar volver a un pasado coronado como el mayor de los fracasos.
Sin embargo, hoy quiero hablar de nuestra historia, tuya y mía, esa en la que hemos sido incapaces de poner un punto y final, y una hilera de puntos suspensivos infinitos me perseguirá a lo largo de la vida, volviendo a repetir en las noches de nostalgia y hastío un ¿y si…?
Igual que un libro inacabado, que leí ávido desde el principio, pero que según iba pasando páginas, el recelo acechaba sin ningún tipo de piedad, devorando cada parte de mis pensamientos y proyectos contigo; armado de valor y cargado de paciencia, retomé y retomé, siempre releyendo desde unas páginas atrás, las necesarias para no avanzar mucho, ....no fuera a ser que el final no fuera el perfecto imaginado.
Porque a nosotros no se nos acabo el amor, eso lo sabemos los dos, simplemente nos cansamos de intentarlo. Ambos pecamos de incapacidad emocional, lidiando con mil problemas interiores demasiado remotos y enraizados muy adentro, condimentado con una letal falta de comunicación, experta en arrasar con lo que agoniza sin remedio.
Y a pesar de todo, sé que siempre serás mi libro preferido, ese que llevaré siempre en la mochila personal que es la vida, ese con el que compararé todos los que vengan de ahora en adelante, ese que al mirar de refilón después de pasados los años sonría cansado y me haga decir, pudo ser maravilloso........ pero no pudo ser…
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