No es el olvido, ni la distancia lo que mata al amor… Tampoco terceras personas, de hecho, son decisiones propias.
Es el miedo… a sentirse solo.
Es el no conocerse… y no saber que te llena y emociona.
Es el ego… de buscar más de lo que se tiene.
Es la falta de autoestima y respeto… que se disfrazan de celos.
Es la ignorancia… de no saber lo valioso que hay a tu lado.
Es la falta de respeto… a sí mismo y a esa persona.
Es la necedad… de querer imponer una razón en lugar de un corazón.
Es la postergación… de una rosa, una caricia, de una palabra.
Y es el orgullo que es la peor de las distancias, pues guarda palabras, esconde perdones, finge enojos y enloda promesas. No se justifica pero muchas veces no es lo que hace una persona hoy, sino lo que ha dejado de hacer por años.
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